Como esta carta sigue el simbolismo tradicional y lleva consigo todos sus significados obvios, hay poco que decir con respecto a él fuera de las pocas consideraciones recogidas en la primera parte, a la que se remite al lector.
Se verá, sin embargo, que la figura está sentada entre pilares, como la Gran Sacerdotisa, y por esta razón parece conveniente indicar que el principio moral que trata a cada uno conforme a sus obras - mientras que, por supuesto, está en estricta analogía con las cosas más elevadas; - difiere en su esencia de la justicia espiritual que está implicado en la idea de la elección. El último pertenece a un orden misterioso de la Providencia, en virtud de la cual es posible para ciertos hombres concebir la idea de dedicación a las cosas más altas. El funcionamiento de este es como la respiración del Espíritu donde quiere, y no tenemos canon de crítica o punto de explicación al respecto. Es análogo a la posesión de los regalos de hadas y los altos dones y los dones de la gracia del poeta: Se tienen o no, y su presencia es tan misteriosa como su ausencia. La ley de Justicia no es, sin embargo implicado por una u otra alternativa. En conclusión, los pilares de Justicia se abren en un mundo y los pilares de la Sacerdotisa en otra.