Una figura juvenil con el manto de un mago, que tiene el rostro del divino Apolo, con una sonrisa de confianza y los ojos brillantes. Por encima de la cabeza está el signo misterioso del Espíritu Santo, el signo de la vida, como un cordón sin fin, formando la figura 8 en una posición horizontal. Alrededor de su cintura está un ouroboros, la serpiente que parece devorar su propia cola. Este es familiar para la mayoría como un símbolo convencional de la eternidad, pero aquí se indica sobre todo la eternidad de logro en el espíritu. En la mano derecha del mago está una varita levantada hacia el cielo, mientras que la mano izquierda está apuntando a la tierra. Este doble signo es conocido en grados muy altos de los misterios Instituidas; que hace ver el descenso de la gracia, la virtud y la luz, tomadas de las cosas anteriores y derivado de las cosas siguientes. Lo que sugiere, por tanto, es la posesión y la comunicación de los poderes y dones del Espíritu. Sobre la mesa delante del mago están los símbolos de los cuatro palos del Tarot, que significan los elementos de la vida natural, que se encuentran como contras ante el adepto, y las adapta según su voluntad. Debajo están las rosas y los lirios, los flos campi y lilium convallium, convertidas en flores de jardín, para manifestar la cultura de aspiración. Esta carta significa el motivo divino en la humanidad, reflejando a Dios, la voluntad en la liberación de su unión con lo que está arriba. Es también la unidad del ser individual en todos los planos, y en un sentido muy alto se piensa, en la fijación de los mismos. Con referencia adicional a lo que he llamado el signo de la vida y su relación con el número 8, como se recordará que el gnosticismo cristiano habla de regeneración en Cristo como un cambio "a la Ogdóada." El número místico se denomina Jerusalén de arriba, la tierra de la que fluye leche y miel, el Espíritu Santo y de la Tierra del Señor. De acuerdo con el martinismo, 8 es el número de Cristo.
