Una figura erguida y principesca que lleva una espada en la mano y que corresponde, en términos generales, a la descripción tradicional que he dado en la primera parte. Sobre los hombros del héroe victorioso se supone que es el Urim y Tumim. Él ha capturado a la captividad; él es la conquista en todos los planos - en la mente, en la ciencia, en progreso, en ciertas pruebas de iniciación. Él ha respondido así a la esfinge, y es por esta razón que he aceptado la variación de Eliphas Levi; así dos esfinges dibujan su carro. Él es por encima de todas las cosas triunfo en la mente.
Es de entenderse por esta razón (a) que la cuestión de la esfinge se refiere a un misterio de la naturaleza y no del mundo de la Gracia, a la que este conductor de carroza no podría ofrecer una respuesta; (b) que los planos de su conquista se manifiestan de manera externa y no dentro de sí mismo; (c) que la liberación que ejecuta podría dejarlo a sí mismo en la esclavitud de la comprensión lógica; (d) que las pruebas de la iniciación por el que ha pasado triunfante han de entenderse física o racionalmente; y (e) que si se acerca a los pilares del templo entre los que se asienta la Suma Sacerdotisa, que no podía abrir el libro, llamado Tora, ni si ella lo interroga podría responder. No es realeza hereditaria y no es sacerdocio.