El diseño es una acomodación, una colocación armónica de varios motivos simbólicos. La cabra cornuda de Mendes, con alas como las de un murciélago, está de pie en un altar. En la boca del estómago está el signo de Mercurio. La mano derecha está extendida y ampliada, siendo el reverso de esa bendición que viene dada por el Hierofante en la quinta carta. En el lado izquierdo hay una gran antorcha de fuego, invertida hacia la tierra. Un pentagrama invertido es en la frente. Hay un anillo en frente del altar, del cual dos cadenas se llevan a los cuellos de dos figuraa, masculino y femenino. Estos son análogos a los de la quinta carta, como si Adán y Eva después de la caída. He aquí la cadena y la fatalidad de la vida material.
Las figuras tienen una cola, para significar la naturaleza animal, pero hay inteligencia humana en las caras, y el que es exaltado por encima de ellos no ha de ser su amo para siempre. Incluso ahora, él es también un fiador, sostenido por el mal que hay en él y ciegos a la libertad de servicio. Con más de su sorna habitual hacia las artes que él pretendía respetar e interpretar como un maestro en el mismo, Eliphas Levi afirma que la bafomética figura es ciencia oculta y magia. Otro comentarista dice que en el mundo Divino significa la predestinación, pero no existe una correspondencia en ese mundo con las cosas que están por debajo del bruto. Lo que sí significa es el morador del umbral sin el jardín místico cuando los que han comido el ftuto brohíbido están siendo echados.